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¿Qué puede hacer la inclusión financiera por los mercados emergentes?
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¿Qué puede hacer la inclusión financiera por los mercados emergentes?

¿Qué puede hacer la inclusión financiera por los mercados emergentes?

El mundo está siendo revolucionado por economías emergentes, ya no sólo por países desarrollados. De acuerdo con el último informe World in 2050 de PWC señala que “el poderío económico estará en manos de los países emergentes hacia el 2050, desplazando de esta forma a las economías avanzadas”. El informe pronostica que la economía mundial podría duplicar su tamaño para 2042, este fenómeno estará impulsado por los mercados emergentes como Brasil, China, India, Indonesia, México, Rusia y Turquía, cuya tasa anual de crecimiento promedio es de 3,5% en comparación con el 1,6% del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos). “Las economías emergentes tienen la capacidad de sostener la economía mundial de los próximos años” señala Modesto Gutiérrez, co founder, de la primera solución financiera digital y telefonía en una sola app, Miio. 

Aunque estas economías tienen afinidades con los mercados desarrollados, aún carecen de mucho para alcanzar esta categoría; son economías que se han caracterizado por sus altos niveles de pobreza, su baja infraestructura, falta de inclusión financiera que genera rezagos. Algunos países que se encuentran en este grupo son Turquía, Rusia, Sudáfrica, Hungría, India, Indonesia, Malasia, Brasil, México, Chile y Colombia; América Latina se mira como una región de impacto para la economía global.

A esto debemos agregar el impacto que ha dejado la pandemia, de acuerdo con las estimaciones del crecimiento del producto interno bruto (PIB) en las mayores economías de América Latina, el brote del nuevo tipo de coronavirus inició un periodo de recesión económica en la mayor parte de la región durante 2020. Por ejemplo, se estima que el PIB de México se contrajo un 8,2% en 2020, pero retomaría la senda del crecimiento en 2021, con un alza del 5% del PIB, según las estimaciones del mes de abril de ese año, señala Statista.

Latinoamérica ha tenido que enfrentar una crisis económica y social, la pandemia creó una tormenta perfecta en estas economías: profundización de la pobreza, altas tasas de informalidad producto del desempleo, infraestructura de salud colapsada, más las ya complicadas carencias palpables como la falta de una infraestructura adecuada de salud, educación, telecomunicaciones o financiera, en donde es pertinente destacar  la falta de inclusión financiera, particularmente. 

La inclusión financiera se ha tratado con especial atención, ya que de acuerdo con el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) es uno de los retos más grandes para el desarrollo sostenible de los países. Aún y cuando son parte de las economías más grandes del mundo como en el caso de México, sus niveles de inclusión son preocupantes. Por ejemplo, más de la mitad de la diáspora mexicana no tiene acceso a servicios financieros; adicionalmente y de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), solamente 33.6 millones de mexicanos (adultos) tienen acceso a una cuenta formal de ahorro y 22 millones de mexicanos tienen mecanismos informales de ahorro, mismos que contraen más riesgo y posibilidades de afectar negativamente el patrimonio de las personas. Se vuelve más crítico en las áreas semiurbanas y rurales del país.

 La falta de inclusión financiera supone un obstáculo para la superación de la pobreza y la desigualdad en América Latina, de acuerdo con la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe); por el contrario, contar con ella supone un gran impacto para las economías (sobre todo las emergentes), ya que llega a los segmentos de la población que se encuentran financieramente excluidos. A nivel macro, se incrementa la economía formal, se reducen riesgos y costos bancarios, promueve la creación de empleo, la estabilidad financiera, se genera un estímulo en las actividades económicas, en educación o salud.

“La inclusión financiera atiende a por lo menos 5 de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) uno de ellos es el fin de la pobreza, ya que la inclusión financiera mitiga las consecuencias de gastos inesperados. Además, la existencia de programas de educación financiera que acompañe al sector y su desarrollo, facilitan alcanzar este propósito; es por ello que la inclusión financiera es vital para que las economías emergentes trasciendan hacia el desarrollo, que sea palpable no sólo en su economía per se, sino también en su sistema de infraestructura (salud, comunicaciones, educación financiera) que impacte de manera directa a las personas para detonar crecimiento económico” señala Modesto Gutiérrez.

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